sábado, 15 de octubre de 2016

Llegar a buen puerto

Benidorm, ese lugar tan emblemático en lo que a turismo se refiere, es sin duda uno de esos diamantes sin pulir. Más que nada, por la dejadez política que siempre o casi siempre acompañó a la ciudad. Hoy seré conciso y concreto. Lo que, hará ya dos años se vendía como la innovación turística por excelencia, hoy se ha convertido en todo un fiasco. 

Sí, hablamos de los posibles cruceros que deberían llegar a partir de este año, como se apuntaba desde el pasado equipo de gobierno entre socialistas y liberales. Hagamos un poco de memoria. Dos años atrás, sobre estas mismas fechas, llegaba el primer crucero a puerto benidormense. Como aseguraba el ex-alcalde Agustín Navarro, el primero de muchos y lo que suponía a la par, un hito histórico en la ciudad. Una afirmación que compartía su socia de gobierno, Gema Amor, y que además, añadía que pocos días después de la llegada del mencionado crucero, ya eran muchas las empresas que hacían cola para incluir a Benidorm en sus folletos. 

De aquella parafernalia, poco o nada queda. Más que especulaciones o simples rumores. Pero es que en esta ciudad volvemos a morir en el mismo punto. En el de la incongruencia, falta de altura de miras y conformidad. Ahora, el gobierno popular de Antonio Pérez tira la toalla. Y me resulta decepcionante que una ciudad como Benidorm, deba luchar por las miajas y no por el oro. De atraer cruceros a nuestro propio puerto, a programar excursiones con los cruceristas que lleguen a Alicante. Nula ambición.

Cierto es, que nuestro puerto no es lo suficientemente trascendente como para albergar los quince cruceros anuales como pretendía Gema Amor. Pero siempre, y vuelvo a reiterarme, hay que mirar más allá de nuestro propio ombligo. Benidorm es la capital de una gran comarca con grandes posibilidades. La comarcalización, encontrar consenso entre los gobiernos locales de la Marina Baixa y Alta, sería clave para desbloquear este proceso. Altea, Calpe o la propia Villajoyosa ostentan también puertos para desempeñar el papel necesario para este asunto.

Pero como muchos de los proyectos que comenzaron en esta ciudad, acaban siendo papel mojado, ya que éstos no eran más que la propaganda idónea de cara a unas próximas elecciones. Ya saben, los intereses partidistas antes que los de Benidorm. 

Lo único que queda claro, es que no queda rastro alguno de aquellos mil pasajeros, y los siete y medio millones de euros que se esperaban a través del turismo de cruceros.

Parece ser, que una vez más, Benidorm no llegó a buen puerto...

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